Día gris, de nubes amenazantes, de lluvia desbocada, de vidas que se van consumiendo poco a poco.
Hoy me he mojado por calles llenas de gente, mientras cargaba con un transportín. Con su transportín.
Pero no me ha importado.
Que quizá nadie comprenda, que para mi, mi gato es mucho más que un simple animal.
Es mi viejo amigo, el compañero que me ha estado conmigo durante todo lo que llevo vivido.
El que me ha visto crecer.
El que comparte su calor conmigo en días de frío.
Es él, único e irrepetible. Amigo de pelaje blanco y orejas grandes.
Blanco como la nieve con su 8 negro en lomo.
Blanco impoluto que desde hace un tiempo se ha ido apagando y manchando a veces de rojo sangre.
Pero no es de eso de lo que quería hablar...no.
No quiero que esto sea un réquiem para alguien que todavía está aquí, no quiero.
No, porque se que pase lo que pase, algún día volveré a acariciar su cabeza, y él volverá a quedarse dormido sobre mi regazo. Lo sé.
Pero no puedo evitar que caigan un par de lagrimas sobre el teclado, al pensar que quizá pasaré frío sin él... Que quizá le echaré demasiado de menos... o que quizá pequeñas cosas como encontrar mi ropa negra llena de sus pelos, faltarán en mi vida.
Día gris, sin duda alguna.
Pero con pequeños destellos que ayudan mucho en días en los que no deja de llover.
Bajistas rubias que te ayudan a desahogarte y te demuestran que es una amiga, un par de sonrisas con los frikis que me alegran la vida y ver a un chico en la cafetería dejarse llevar por la música que escucha.
Pequeños detalles que son los que le dan color a estos días en blanco y negro.
Ogni carezza pagato con uno sguardo profondo di quegli occhi verde lime.