domingo, 15 de mayo de 2011

Quien fuera Matílde...

Soneto a Matilde

Si alguna vez, tu pecho se detiene,
si algo deja de andar ardiendo por tus venas,
si tu voz, en tu boca, se va sin ser palabra,
si tus manos se olvidan de volar y se duermen

Matílde, amor, deja tus labios entreabiertos,
por que ese último beso, debe durar conmigo
debe quedar inmovil,para siempre en tu boca
para que así también, me acompañe en mi muerte

Me moriré besando, tu loca boca fría
abrazado al racimo, perdido de tu cuerpo
y buscando la luz de tus ojos cerrados
de tus ojos cerrados, de tus ojos cerrados

Matílde, amor,deja tus labios entreabiertos
por que ese último beso, debe durar conmigo
debe quedar inmovil,para siempre en tu boca
para que así también, me acompañe en mi muerte

y así cuando la tierra, reciba nuestro abrazo
iremos confundidos, en una sola muerte
a vivir para siempre,la eternidad de un beso
la eternidad de un beso, la eternidad de un beso

Matílde amor, Matilde amor, Matilde...
 

Pablo Neruda.


¿Quien no quisiera ser esa Matílde? ¿Quien?
La primera vez que leí esta poesía, tenía 10 años, y a pesar de mi corta edad, me transitió demasiadas cosas...
Lloré de emoción, de felicidad, por tantas cosas lloré.
Fue entonces cuando supe que me acababa de enamorar de la poesía, o al menos de todas aquellas escritas por Pablo Neruda.





                      Casa de Pablo Neruda (Isla Negra, Chile)