Soneto a Matilde | |
Si alguna vez, tu pecho se detiene, si algo deja de andar ardiendo por tus venas, si tu voz, en tu boca, se va sin ser palabra, si tus manos se olvidan de volar y se duermen Matílde, amor, deja tus labios entreabiertos, por que ese último beso, debe durar conmigo debe quedar inmovil,para siempre en tu boca para que así también, me acompañe en mi muerte Me moriré besando, tu loca boca fría abrazado al racimo, perdido de tu cuerpo y buscando la luz de tus ojos cerrados de tus ojos cerrados, de tus ojos cerrados Matílde, amor,deja tus labios entreabiertos por que ese último beso, debe durar conmigo debe quedar inmovil,para siempre en tu boca para que así también, me acompañe en mi muerte y así cuando la tierra, reciba nuestro abrazo iremos confundidos, en una sola muerte a vivir para siempre,la eternidad de un beso la eternidad de un beso, la eternidad de un beso Matílde amor, Matilde amor, Matilde... Pablo Neruda. ¿Quien no quisiera ser esa Matílde? ¿Quien? La primera vez que leí esta poesía, tenía 10 años, y a pesar de mi corta edad, me transitió demasiadas cosas... Lloré de emoción, de felicidad, por tantas cosas lloré. Fue entonces cuando supe que me acababa de enamorar de la poesía, o al menos de todas aquellas escritas por Pablo Neruda. |
Casa de Pablo Neruda (Isla Negra, Chile)